Eqraft pone la mira en el mercado de la patata

“En el sector de la cebolla, Eqraft es conocida como fabricante de maquinaria e integrador de proyectos completos. Aunque es algo que también funciona muy bien en el mercado de la patata”, comienzan explicando Hermen de Jong y Tiemen Markerink, del equipo de ventas de esta empresa neerlandesa. El siguiente objetivo es una avanzada máquina de clasificación óptica específica para patatas. No es un paso pequeño, pero sí lógico.

En los últimos años, Eqraft se ha desarrollado con fuerza en el sector de la cebolla. Además de máquinas independientes, suministra líneas completas de procesado, desde la recepción hasta el envasado, clasificación óptica incluida. “Nuestras máquinas operan en todo el mundo, desde Norteamérica y Europa hasta Australia y Nueva Zelanda”, señala Tiemen. “Recientemente hemos aprovechado esa experiencia como trampolín para dar el salto al sector de la patata. Hemos aplicado muchas de las máquinas estándares para cebolla —que usamos como piezas de un puzle en las fábricas— al sector de la patata”.

“Es una petición que nos llegó del propio sector”, añade Hermen. “Unos clientes familiarizados con nuestra tecnología para cebollas nos preguntaron si podíamos desarrollar algo similar para patatas. Y, sinceramente, ya teníamos máquinas para toda la cadena: desde cintas transportadoras, limpiadoras y cepilladoras, cintas de erizo, tolvas y llenadoras de cajas, hasta pesadoras y envasadoras. Todo, excepto una clasificadora”.

Una máquina nueva, un lienzo en blanco

Modificar una clasificadora de cebollas no resultó tarea fácil. “Probamos algunas patatas en nuestra clasificadora de cebollas, pero pronto quedó claro que teníamos que empezar desde cero. Las patatas son un producto distinto y sus necesidades son otras”, comenta Hermen.

El diseño de la nueva clasificadora óptica —que debería hacer innecesarias las máquinas de clasificación por vibración— aborda cada tubérculo por separado. Como se hace con las cebollas, se controlan el color, el peso, el tamaño y la forma. “Con una máquina óptica puedes medir mejor la relación entre longitud y tamaño total, algo que puede resultar muy interesante para el mercado de la patata de siembra y para la industria de las patatas fritas”, explica Tiemen. La calidad, tanto la externa como la interna, también recibe una atención especial. “Esto último es el mayor reto: ¿cómo miras dentro de una patata? Existen métodos, pero queremos que sean totalmente fiables”.

Obtener una imagen completa de la patata

Para llegar a una solución viable, Eqraft trabaja en varios conceptos. Entre ellos, que la máquina pueda medir el contenido de materia seca de las patatas y detectar defectos internos como el pardeamiento o las magulladuras. Eso implica probar distintos métodos para obtener una imagen completa del tubérculo. “¿Hay que girarlo? ¿Rodarlo? ¿Cómo hacer fotos desde todos los ángulos?”, se pregunta Hermen. “Con las cebollas, lo que hacemos es que las colocamos en posición horizontal, las volteamos y tomamos nuevas imágenes. Pero rotar patatas, que suelen tener forma alargada, es otra historia totalmente distinta”.

La clasificación individual requiere un proceso de separación: cada patata debe entrar por separado. “Eso afecta a la capacidad, pero también aporta ventajas, como menos daños por caídas e impactos, una gran cantidad de datos y resultados de clasificación muy precisos”, añade Tiemen. “Además, aspiramos a un llenado de copas de al menos el 75%, lo que significa que la máquina puede ser algo más cara”.

“La clasificación por vibración sacude y deja caer las patatas, por lo que se dañan, y resulta que, para la gran distribución, cada vez es más importante que no haya patatas dañadas en cada bolsa. Además, la clasificación que hacen las máquinas es más uniforme que la que hacen los operarios humanos en una cinta transportadora”, apunta Tiemen. Y esa es otra ventaja para la industria transformadora. “Si mejoras la entrada, tienes menos desperdicio en la salida. Al final, una patata verde se convierte en una patata frita verde, y no queremos eso”, afirma Hermen.

Los datos son el nuevo oro

“Además, en los últimos años hemos visto que la recogida de datos en las líneas de producción cobra cada vez mayor importancia. Hace unos años, lo principal era la capacidad en toneladas por hora o el número de cajas al día. Después, se empezó a hacer énfasis en el número de cajas por calibre o en el peso del rechazo. Ahora, lo que está cobrando cada vez más valor son los datos de cada producto por separado”, subraya Hermen.

La clasificación óptica con una máquina de copas ofrece esos datos de cada cebolla o patata. “Eso facilita la vinculación con un sistema ERP o una capa MES y permite optimizar el flujo. También simplifica la trazabilidad, el control de la producción y la gestión de calidad”, explica. Está claro que en los próximos años se integrarán también datos de cultivo y almacenamiento. “Ya hay muchas máquinas con cámaras recorriendo los campos, y los datos que obtengan se analizarán y se vincularán a las etapas posteriores del proceso para lograr una producción cada vez más predecible y, en última instancia, un mercado más estable”.

Son ideas que ya están en marcha. Eqraft trabaja en un prototipo de seis canales que debería estar operativo en un almacén en el plazo de un año. Dependiendo del tamaño de las patatas, este modelo debería procesar entre 15 y 20 toneladas por hora de patata de consumo y entre 25 y 30 toneladas en el caso de patatas destinadas a fritura.

La integración como fortaleza

La singularidad de Eqraft radica en que actúa como un integrador total. No solo suministra maquinaria, sino que también optimiza procesos completos en fábrica. “Es frecuente ver cómo las fábricas han ido ampliándose con el tiempo”, dice Tiemen. “Primero la recepción, después la clasificación y más tarde algo de envasado, y eso genera unos flujos logísticos enrevesados”. Eqraft apuesta por fábricas en las que todo el proceso —desde la descarga hasta la carga— funcione de manera automática.

Menos manos y un proceso más fluido. “En Estados Unidos hacemos mucho manejo de cajas”, añade Hermen. “Eso supone transportadoras de rodillos, elevadoras, mesas giratorias y sistemas para llenar y vaciar cajas. De esta forma se necesitan menos carretillas y conductores, menos mantenimiento y formación, menos certificaciones, y se reduce el riesgo de errores humanos y daños”.

Esto quiere decir que la inversión en una máquina se amortiza más allá del ahorro en mano de obra. “En lo que hay que fijarse es en lo que ganas en el largo plazo: menos reclamaciones, mayor calidad y un mejor precio para tu producto”, señala Tiemen. “Un cliente canadiense del sector de la cebolla redujo la podredumbre interna del 5% a menos del 2%. Ya no recibe reclamaciones de los clientes finales, y eso le ahorra mucho dinero”.

Cada cliente recibe una solución a medida. Aunque los seis canales parecen haberse convertido en el estándar para la nueva clasificadora de patatas, el resto varía. “Un cliente quiere tres salidas, otro veinte. Podemos construir cualquiera de esas configuraciones; esa flexibilidad es nuestra fortaleza”, concluye Hermen.

Nico Nieuwenhuize